Los i espor (o esports) son un fenómeno desde muchos puntos de vista diferentes. Los esports los defino como las distintas competencias de alto nivel en distintos videojuegos, la gran mayoría, con la misma connotación y reglas parecidas a las que siguen los deportes profesionales. Aparentemente los nerds que jugamos videojuegos y los viejos que nos regañan(aban) por esto todavía no creemos el nivel de espectáculo y mercantilización que ha alcanzado esta industria. Eventos como la final de Worlds de League of Legends superan en audiencia a competencias deportivas meramente establecidas, como la Serie Mundial y las finales de la NBA. Con esta información podemos concluir que los esports hay tanta plata (o más) como en los deportes tradicionales. Es una tremenda oportunidad de negocio relativamente fácil de explorar en países donde esta industria no se ha explotado, como en mi querida Venezuela.
Si bien, mi hermoso país después de años de retroceso económico, por fin tiene un poco de alivio sobre la situación, el cual no ocurre sin ningún tipo de problemas. Como sucede en todo el mundo, hay una disparidad significante entre los niveles de riqueza a los que tiene acceso cada generación, y la situación económica de Venezuela solo agudizó más este problema. Las pocas herramientas a las que tienen acceso los jóvenes, sobre todo para su formación y crecimiento profesional, son carentes o inexistentes en Venezuela. Por más que desee que esto cambie, esto podría ocurrir en el mejor de los casos, cuando todos los que éramos considerados jóvenes a la fecha de este artículo, estemos viejos y decrépitos.
Con esto en mente, podemos decir que las grandes concentraciones de capital vienen de generaciones mayores a nosotros y por ende, es de donde viene el dinero del cual nosotros vemos este supuesta mejoría económica. Como es normal, este dinero va en su mayoría a inversiones relativamente seguras, como restaurantes, bodegones, laboratorios clínicos, entre otras cosas que ya sobran. Por esto mismo, existe este pequeño grupo que toma interés en cosas distintas y entre ellas aparecen los esports. En su mente esto tiene mucho sentido porque todos tienen un hijo que juega FIFA y si tienen suerte, un sobrino que juega Nintendo.
Ahora, independientemente de cuantas personas juegan videojuegos o ven al Rubius en Venezuela, esta es una industria nueva y por ende, sigue siendo más arriesgado entrar que traerse de Miami cosas de Costco. No tiene el lujo de estar tan establecida como la industria de los servicios, o de los deportes tradicionales, las cuales cada una tiene ya una estructura, una burocracia y una forma determinada de hacer las cosas, algo parecido a lo que nosotros los nerds llamaríamos el meta. Si entienden la analogía recuerden, ¿como son los primeros meses de un juego competitivo? Es un desastre incómodo para muchos porque todos están averiguando cual es la estrategia ideal para seguir. Pero por ejemplo, si es una secuela o si el juego es parecido a uno que ya existe, entonces la gente tratará de imitar las estrategias existentes y adaptarlas al juego, con resultados a veces satisfactorios, pero muchas veces desfavorables. Esto pasa de alguna forma con los esports de Venezuela. Los inversores tratan de adaptar lo que ha servido toda la vida en la industria del espectáculo, o la industria del deporte, pero esta vez, tienen un toque contemporáneo que, en mi opinión, hace que todo tienda a ser peor.
Desde las criptomonedas, cierto grupo de personas ha creado miles de neologismos y han buscado una forma de complicar las cosas mientras tengan que ver con tener un negocio. Este nuevo sofismo que consiste en bombardear al inversionista con miles de términos “modernos”, mezclado con el hecho de que la palabra “esports” entra en esta categoría, ha hecho que ahora el que obtiene las oportunidades no es el que más sepa sobre el tema, si no, el más profesional, el que sabe venderlo mejor, el que sabe hablar más bonito.
Claro, esto viene con consecuencias desastrosas, las cuales ya la escena ha vivido en varias oportunidades. Y estas ocurren precisamente porque la escena se toma como un simple negocio y se toman en base del plan de negocios hecho por estas personas que no tienen ningún tipo de conocimiento además de querer hacer plata. No se consideran los intereses de la comunidad porque esta es la única forma en la cual los esports se convierten en una industria legítima a los ojos de los inversionistas, administradores y todo al que tenga ganas de agarrar una tajada de esta.
Si la idea es hacer a los esports una industria legítima a los ojos tradicionales de todas las demás industrias, estamos dejando que entren los mismos problemas de mala práctica que sobran en Venezuela, como burocracia innecesaria, monopolios, intentos de monopolios, amedrentamiento a la competencia o corrupción. Ahora entonces los esports se convertirán no en una herramienta entre desarrolladores, marcas y gamers apasionados convivan para que puedan vivir de hacer lo que aman, si no, se convertirán, al igual que los bancos, los bienes raíces y los deportes, en otra tan aburrida y hasta detestable industria de cuello blanco. Para este caso en específico, quiero mostrar algunos de los problemas puntuales que tienen las escenas de videojuegos competitivos en Venezuela debido a esto.
“Yo no sé mucho… pero…”
Cuando inauguraron la academia de esports de la UCAB, fue un evento que desbordaba aires de logro, así como invitados y prensa. Vi un montón de cobertura y opiniones en las redes sociales. Pero hay algo en común en la mayoría de estas opiniones: todas reconocen su falta de conocimiento sobre el tema.
No estoy diciendo que para poder participar en algo relacionado a videojuegos hay que ser un tremendo nerd y saberse el nombre de los 905 Pokémon, o de todos los héroes de Overwatch, o el frame data de King K. Rool. Por lo menos en los juegos de pelea, donde se especializa mi experiencia de organizar eventos, parte de la magia que los torneos son abiertos y, por ende, absolutamente cualquiera puede formar parte de esta comunidad. La diversidad en las comunidades de juegos de pelea es lo que la hace maravillosa. Sin embargo, me parece preocupante que no haya visto ninguna opinión sobre el sitio de, por ejemplo, algún miembro de la comunidad de Smash, la cual es la más grande del país. Tampoco ningún jugador en roster de League of Legends o Valorant. Tal vez a un par de los profesores de los cursos en esa academia, pero hasta ahí. Entonces, en ese evento, hecho para presentarle al país lo avanzados que estamos en materia de esports a los que no saben mucho del tema ¿Dónde estaban los que si saben? ¿Dónde están los que juegan videojuegos?
Creo que la opinión de la audiencia a la que supuestamente va dirigida un producto debería tener un poco más de peso que tratar de presentar esto de forma “profesional” a una audiencia que no tiene mucho interés en entender, más si buscar una razón para asombrarse (de forma vacía diría yo). Producto de esto, no faltaron comentarios intrascendentes por parte de estos hombres de negocio o hasta algunos pesados ya que fueron hechos desde la ignorancia. Y bueno, es preocupante pensar que se aproximan más a las personas que tienen signos de dólar en los ojos cuando ven las brillantes luces RGB y los streams de twitch, que la persona detrás de estos, o la que los consume.
Tener una buena base, lo suficientemente unida, es un paso más significante que tratar de convencer a mucha gente de algo que todavía no existe.
Así no es la movida
En los ojos del capitalismo, legitimidad es sinónimo de burocracia y de estructura. Para que los esports se conviertan en un negocio que vale la pena en los ojos del inversionista tradicional, tienen que asimilarse de forma estructural a industrias parecidas, específicamente, sobre como se presenta o se vende un proyecto. En este caso, este aspecto se ha convertido en algo mucho más importante que crear o manejar el proyecto en sí. Para muchos, es mas importante como presentar un torneo, un equipo, una arena, que hacerlo bien. Esto ha venido tanto desde la presión de demostrar la legitimidad de los esports a aquellos que no tienen conocimiento sobre el tema, como ha sucedido con la única intención de sacar una buena y jugosa, pero ilegitima ganancia monetaria.
Esta mentalidad de vendedor subsecuentemente se va a reflejar en quienes son los que “están a cargo” y como estas personas manejan las distintas empresas (eventos, equipos, etc.) que forman parte de una escena. Como es más importante vender que hacer las cosas bien, los representantes de los esports no serán ni jugadores, ni desarrolladores, ni organizadores de eventos. Los que van a estar de primeros, obteniendo los más jugosos patrocinios (y malversándolos muchas veces) son aquellos capaces de hacer los PowerPoints más bonitos, o los gráficos más imponentes o el que haga el discurso o presentación más elocuente, para tratar de impresionar a cualquiera que” no sepa de la movida” o por lo menos, que no tenga conocimiento del paradigma actual de los esports. Todas estas herramientas de marketing, además de ser más vacías que un colegio en Semana Santa, es lo que más o menos mantiene a inversionistas y mentirosos a flote, sin hundirse el barco.
Esto, combinado con la falta de gamers propios dentro de las distintas empresas de esports, crea una gran desconexión entre organizadores y jugadores, que dañan y siguen dañando las carreras de muchos que apenas se sostienen por la pasión a hacer lo que a uno le gusta. Este desbalance de poder y crédito existe bajo la premisa de que el palabrerío, la burocracia y las “habilidades de negocio” de estas personas es lo que hace que los proyectos existan, nadie más. Pareciera incluso, que estas empresas y sus conductores se aprovechan de la buena fe de todos aquellos que quieren hacer que la escena y la industria crezcan.
Para compensar esta falta de planificación y sustancia, así como para tapar sus intenciones cuestionables, existe otro medio para legitimar la industria para los ojos del público, así como a los que ya formamos parte de las distintas escenas, quienes ya somos escépticos a estos agentes. Hay que convencer a todos de que “esto es real”, ahora, bajo cualquier medio necesario. La dimensión apropiada es la legal, ya que ahí, se hacen más o menos tangibles algunos mecanismos de control que dichas empresas buscan tener.
Algunos (tal vez charlatanes) hablaron acerca de una ley de esports en Venezuela, un país donde tanto el sistema legislativo como judicial están completamente destruidos. Ahora, simplemente ligar esto a la ineficiencia y corrupción de estos sistemas sería muy fácil, como es destacar lo obvio. Creo que es más importante observarlo desde un punto de vista distinto. Para convencer a todos, así como convencerse a si mismos de que lo que hacen es algo productivo, algo que hace dinero, algo que vale la pena ser tomado en cuenta por la sociedad, tiene que estar dictado o escrito por algún ente superior, en este caso la ley. La insistencia en ser reconocidos existe para compensar entonces las carencias que sus proyectos tienen, porque sabemos lo fácil que es fallar con alguna propuesta fuera de lo común y lo humillante que puede llegar a ser.
Entonces, no es suficiente tener una profesión nominal en la industria, como periodista, narrador, organizador, administrador o hasta jugador. Hay que trabajar en los esports. Hay que dar a entender al que no entiende que ellos tienen el mismo poder y prestigio que cualquier ejecutivo, así como al que entiende que al final, ellos son los que están al mando.
Conclusiones
Tal vez el tono del artículo parezca que digo lo contrario, pero no estoy para nada en contra de que los esports se conviertan en una industria potente, al contrario, esto es algo que beneficia a todos. Hace realidad el sueño de muchos de poder vivir de lo que les apasiona, en este caso, los videojuegos, que ahora son una industria muchísimo más taquillera que la de Hollywood. Ya en Latinoamérica proyectos como la LVP han demostrado su éxito y robustez. Un nivel de crecimiento similar es posible, yo creo incluso tomando en cuenta las diferentes dificultades económicas y sociales las cuales todavía atraviesa Venezuela.
Sin embargo, la forma en la que se están haciendo las cosas en el país ha sido menos que ideal. Mi mayor preocupación es que las malas practicas mencionadas en este artículo lleven a que la industria se estanque, o peor, se estigmatice. Se convierta de nuevo en un hobby borde, culpa de muchos males en la sociedad, y ahora incluyendo la estafa. Ninguna empresa en Venezuela querrá apoyar otro proyecto de esports por más grande que sea en el resto del mundo mientras las cosas sigan yendo como van.
Es importante tener en cuenta y en posiciones de liderazgo a aquellas personas lideres en cada comunidad. La comunidad es lo que debería ser la base de todo y esta desconexión entre “jefes” y comunidad mencionada anteriormente es causa del “estancamiento” actual que sufre la industria. La comunidad es la verdadera prioridad, porque ahí está el público, jugadores, casters, diseñadores, organizadores, coaches y todos los que forman parte del sistema de competencia de cada juego. Es imposible que un proyecto no crezca si se involucra a la comunidad en su totalidad. Así que lo mejor sería, en vez de crear leyes, crear burocracia, buscar miles de dólares en patrocinios, aumentar el nivel de producción o tratar de convencer a los no interesados de lo serio que es este asunto, es mejor que la comunidad haga todo a su propio ritmo, porque en mi opinión, todo lo demás llega solo una vez la comunidad se demuestre a si misma que se puede y que lo vale.
EVO, por ejemplo, podrá ser el evento multimillonario que es hoy, con miles de participantes y hecho a nombre de patrocinantes importantes, como los mismos desarrolladores de los juegos en los que se compite. Sin embargo, EVO empezó como un evento para resolver un trashtalk en la comunidad, en un pequeño arcade californiano. La organización por parte de los miembros de la comunidad hace que este evento satisfaga sus necesidades, cosa que crea más apoyo por parte de la comunidad, la cual se va expandiendo. Las experiencias buenas y sanas suman personas, mientras que aquellas que no tienen las mejores intenciones de la comunidad en mente, solo hacen que esta se divida. Antes de correr hay que por lo menos caminar, y la comunidad siempre es la que da los primeros pasos, así que es mejor dejar que sea así.
